El nefasto sistema de formación para el empleo (1)
Desde el comienzo de este siglo, la Formación Profesional Ocupacional y la Formación Continua, integradas en la Formación para el Empleo, han cambiado su orientación finalista. En lugar de regirse por las necesidades del mercado de trabajo, en lugar de atender las necesidades de los trabajadores – activos o en situación de desempleo – se han ajustado a dar satisfacción a las empresas de formación, a facilitar el masivo montaje de cientos de miles de indiscriminadas e inútiles acciones formativas. Esta parte de las mal llamadas “políticas activas” se ha orientado al gran negocio de la formación. Un negocio que no necesita de ilegalidades ni de fraudes para ser muy lucrativo, ya que fue diseñado precisamente para eso, partiendo de dos premisas fundamentales:
1) Creación de unos nuevos certificados de profesionalidad más “complacientes”, eliminando los que se habían desarrollado seis o siete años antes, con gran esfuerzo, dedicación, profesionalidad y coste. Ya hablaremos de ellos con más detalle. Porque de cómo se gestaron unos y otros puedo dar fe, ya que participé en ambos procesos, aunque con una actitud muy dispar.
2) Estableciendo unos sistemas de control famélicos, infradotados, deliberadamente ineficaces, condicionados y a los que se les fijan sus objetivos de combate hacia la “población civil”, que es a donde apuntan. Si se decidieran a disparar, solo obtendrían “daños colaterales”.
Aunque estos sistemas no fueron diseñados para el fraude, que también les perjudica porque perturba y cuestiona su normal, pacífico y rentable funcionamiento, ante el “considerado” escenario creado, es muy difícil no saltarse la ya compleja y desdibujada frontera de la legalidad.
No obstante, en estos momentos, sólo el Poder Judicial ha podido – y no sin dificultades – sacar a la luz algo de la corrupción generada por algunos de los representantes de todos los estamentos implicados.
El artículo que escribí hace diez años establece los principios básicos vulnerados por el nuevo catálogo de Certificados de Profesionalidad. Todos parten de cero y ninguna competencia adquirida en ninguno de ellos sirve para los de más nivel, aunque sean transversales. Incluso en muchos del mismo nivel se han creado unidades de competencia individualizadas para cada Certificado. El ejemplo más ilustrativo es el que afecta a todas las competencias de administración y gestión, o “management”, para entendernos (un concepto universal en su dimensión troncal). Todos los Certificados de nivel 3 (aunque sean de la misma familia profesional) tienen su propio módulo de administración y gestión, de lo que sea, no intercambiable. Dirección de Restauración, Dirección y Producción en Cocina, Dirección y Producción en Pastelería, Gestión de Pisos y Limpieza en Alojamientos, todos diferentes. Nada común.
¡Es como si Harvard creara un MBA distinto para cada una de las miles de actividades existentes que se pueden encontrar en el mundo! De locos.
Otro ejemplo es el que afectaría a la Metodología de la Cata de Alimentos y Bebidas. Cada uno de su padre y de su madre. Hechos por gentes distintas, sin conexión ni coordinación entre sí. Y que no me vengan con milongas, que yo estuve allí. En primera fila.
Seguiremos con el tema.
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La confusión de las competencias
Uno de los errores más generalizados en la sociedad actual – y por mucho que lo repita no conseguiré más que predicar en el desierto – es creer, o simular creer, que la formación puede hacer milagros. Basta hacer un master, un MBA o una formación profesional de “grado superior”, para pensar que los egresados pueden pasar de no saber hacer nada a ejercer funciones de mando y dirección sobre profesionales con décadas de experiencia, aunque sin tiempo para haber obtenido una titulación, certificado o cualquier otra credencial de esas que tanta gente gusta de usar para adornar las paredes. Siempre he creído que hay una relación directa entre esta ostentación mural y el sentimiento de incompetencia que tal despliegue pretende ocultar. Por supuesto que no me estoy refiriendo a la posesión de títulos y certificados, sino a su obsesiva y desbocada exhibición y al sistemático apoyo en los mismos ante la falta de argumentos racionales o incluso de conocimientos. Nada me divierte más que poner a prueba a los expertos de una determinada materia desde mi posición de cómoda ignorancia, especialmente a los que yo contrato. Aunque reconozco que es como jugar con las cartas marcadas. Pero si hay una competencia clave que debe poseer un gestor de proyectos es la de ser capaz de elegir a los colaboradores más adecuados. Y estos no son siempre los que más conocimientos han ido acumulando sino los que mejores resultados pueden obtener en un determinado contexto. Además, los años me han ido haciendo ver que, a veces, demasiadas “credenciales” pueden ser un “síntoma” a tener en cuenta. Yo, cuando me di cuenta de eso, metí todos mi papeles en un canuto. Eso no quiere decir que haya abandonado mi deseo de aprender, pero soy bastante más cuidadoso sobre cómo administrar el tiempo dedicado a ello. Lo mismo que los expertos en vinos son muy exigentes con lo que beben, yo lo soy con mis mecanismos de formación o fuentes de información.
El mal viene determinado por la poca atención prestada a los talentos o cualidades intrínsecas de la persona. Los largos años pasados en el hotel-escuela nos ha ido dejando clara esta realidad. No todo el mundo vale para todo, y las personas han de irse ajustando a los niveles a los que son capaces de llegar sin aumentar la estadística del “principio de Peter”. Si una persona puede ser un excelente ayudante de cocina, no por eso quiere decir que tenga cualidades para ser cocinero. Y si no las tiene, por mucha formación que se le dé, no lo será nunca. A veces lo que falta es el mero deseo o ambición de serlo. En otras, será la creatividad, la sensibilidad o incluso el sentido común. Igualmente, una vez alcanzadas las competencias de cocinero, habrán de desarrollarse otras (que también requieren formación y talentos) para ser jefe de cocina. Hay profesiones en las que, de entre los que alcanzan un primer nivel, los que de ellos podrían acceder al segundo vendría a ser de un diez por ciento. Y a medida que se van escalando peldaños, este porcentaje suele ir disminuyendo. Así que ya me dirán cuántos de los que pasan, de un tirón, de cero al nivel tres de esperada responsabilidad en función del curso realizado, pueden ver sus expectativas satisfechas.
El diez de septiembre ha dado comienzo en este Centro nuestro tradicional Curso de Sumiller, podría decir que muy prestigioso a tenor de la enorme cantidad de solicitudes que hemos recibido para asistir al mismo. La verdad es que, dirigido por Paco del Castillo, cuenta con un profesorado de lujo, reconocidos expertos mundiales en muy diversos campos del análisis sensorial, no sólo de múltiples variedades de vinos y otras bebidas. Pues ese curso se desperdiciaría si los alumnos no hubieran sido seleccionados con una ciertas y determinadas competencias profesionales. Las competencias generales no bastarían aunque estuviesen sustentadas por catorce doctorados. Además, también pedimos que los candidatos posean una serie de talentos o requisitos de carácter personal, sin los cuales tampoco podrían alcanzar las competencias que pretendemos desarrollar en ellos.
Que gran razón tienes, querido Antonio. Desde luego, da gusto leer a una de las personas que mas sabe en este país de nuestro querido gremio de la hostelería. Tuve la suerte de ser alumno del Hotel Escuela Bellamar en multiples ocasiones, como partícipe en los cursos de perfeccionamiento de docentes del INEM. Hoy sigo impartiendo formación ya no en mi centro de Cantabria, sino en un centro en Castalla( Alicante), y no te puedes hacer idea de cuantas veces os he puesto como ejemplo de grandes profesionales a nuestros alumnos… Ramón, Adolfo, Concha, Malenchu.. tu y ese grandísimo equipo que tenias y que se renovaba con extraordinarios docentes como Paco del Castillo, Rafael (el del cafe)… etc etc..
La verdad es que no se que fue del Hotel Escuela, he buscado por internet y no veo nada actualizado. De todas maneras, desde aquí, solo deciros una cosa a todos…. GRACIAS GRACIAS Y GRACIAS.
Un Saludo
Manuel Angel Gutierrez de Andres
Rte Cormoran de Santander.
¡Muchas gracias, Manuel Ángel! He tardado en responder porque he estado como un mes alejado de Internet. Siempre a tu disposición.