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El nefasto sistema de formación para el empleo (3)

Marbella avatarPublicado el 11 junio, 2016 por Antonio Flores Sentí12 junio, 2016  
Clase de sevillanas en el Curso de Animación Turística. Esperanza Galán, conocida profesora procedente del Ballet de Antonio Gades, se encargaba de las clases de baile.

Clase de sevillanas en el Curso de Animación Turística. Esperanza Galán, conocida profesora procedente del Ballet de Antonio Gades, se encargaba de las clases de baile.

Como algunos lectores se pierden en los excesivos análisis de los certificados de profesionalidad actualmente en vigor, vamos a tratar de simplificar con algún ejemplo ilustrativo. No vamos a comentar ninguno de los 24 certificados de nuestra familia profesional, ya que por estar demasiado cercanos podríamos perder perspectiva. Vamos a escoger uno que nos ha parecido interesante de las restantes 26 familias. Uno del máximo nivel, o sea del nivel 3.

Se llama Financiación de Empresas. Una vez, finalizado, los alumnos estarán en condiciones – según ese mismo certificado – de ocupar alguno de los siguientes puestos de trabajo:

Los alumnos, tras una formación de 630 horas, de las cuales 590 pueden ser a distancia, tendrían - según el Certificado - estas perspectivas de empleo. ¿ A qué les suena? Pero esto ha sido elaborado por la Administración Pública Española.

Los alumnos, tras una formación de 630 horas, de las cuales 590 no son presenciales (510 pueden ser a distancia y 80 son de prácticas en empresas), tendrían – según el Certificado – estas perspectivas de empleo. ¿ A qué les suena? Pues esto ha sido elaborado por la Administración Pública Española, no en Nigeria.

Los requisitos de los alumnos deberían ser, legalmente, de bachiller, aunque también sería del todo insuficiente. No obstante, el certificado no lo indica por ninguna parte. En su lugar, se puede leer:

(La competencia en tecnología, sólo en un módulo, el de APLICACIONES INFORMÁTICAS PARA PRESENTACIONES: GRÁFICAS DE INFORMACIÓN. En el resto, las tres restantes.) Los niveles de esas competencias no se especifican.

(La competencia en tecnología, sólo en un módulo, el de APLICACIONES INFORMÁTICAS PARA PRESENTACIONES: GRÁFICAS DE INFORMACIÓN. En el resto, las tres restantes.) Los niveles de esas competencias no se especifican.

 

Como ya dijimos que cada Certificado era de su padre y de su madre, que no había habido una coordinación entre ellos, habría que analizarlos uno a uno para emitir una opinión al respecto. Pero basta que haya ejemplos de este tipo, para que los mercaderes de la formación se lancen sobre los más propensos a ofrecerles cuantiosos beneficios, sin tener que salirse de una tan penosa legalidad. El hecho de que se dilapide un dinero curioso y, sobre todo, de que se deje a quince personas de una misma localidad, a veces minúscula, con la frustración de no poder llegar a ser el director del banco de su pueblo, sería motivo suficiente para enviar estas acciones a la fiscalía.

Si no ve bien el pdf, puede descargarlo aquí

Reflexiones y curiosidades.

En el número anterior aludí a ciertos fallos en el diseño de la formación profesional. Creo que no hace falta explicar que, como todo lo que escribo en IH, se trataba de una opinión profesional fundamentada en mi experiencia. Una opinión que – como muchas otras que me he formado – no me disgustaría que estuviera errada. No obstante y hasta ahora, pienso que no tengo que rectificar nada de lo que he publicado. Y que si alguno de los juicios o pronósticos emitidos se revelara como equivocado, rectificaría lo que fuera preciso sin mayor problema.

En el referido artículo me refería a que aparecen de nuevo acciones formativas excesivamente largas y especializadas, todas además partiendo de cero, todas como unidades aisladas e independientes en una autocracia del conocimiento, sin los beneficios que supone el seguimiento de un itinerario formativo que – de forma incomprensible y sin que haya habido un debate sobre el tema – se ha dejado de lado. Ni los empresarios, ni los interlocutores sociales, ni la Administración han tenido en cuenta décadas de investigación metodológica, experiencia acumulada y estudios realizados. Ya estábamos en el error desde hace quince años, más o menos, y de nuevo vamos a retomar la senda del“mantenella y no enmendalla”.

Hasta finales de la década de los ochenta, el sistema piramidal de cursos montados unos sobre la base del anterior permitía que, con poco esfuerzo y proporcionado coste económico, se fueran formando alumnos a medida que iban demostrando que poseían actitudes, habilidades y conocimientos adecuados. Por ejemplo, de un curso de tres meses de Ayudante de Cocina podían – de quince participantes – salir unos diez ayudantes, tres pinches y dos … como quieran llamarle. Y de los ayudantes y a la vista de su rendimiento, tanto en el primer curso como en su trayectoria profesional, algunos regresaban posteriormente a hacer otro, ya más largo, de cocinero. Algo así como el sistema norteamericano, un poco de estudio, un poco de trabajo, regreso a las aulas de los candidatos más adecuados, más trabajo, y nueva vuelta a cursos de especialización de los más aptos.

De esta forma, en una especie de “darwinismo cultural” – lo digo antes de que lo hagan otros en forma de crítica – se producía la selección de los más aptos. Porque, señores lectores, parece que nos olvidamos de que hay gente más capaz que otra. Es cierto que todos somos iguales ante la Ley, ante la Declaración de Derechos Humanos y – para los creyentes – ante Dios. Pero lo que está claro es que no somos todos iguales a la hora de trabajar. ¿O hay alguien que mantenga la opinión contraria?

Desde que se inventaron los cursos de 1100 horas de cocinero, si te equivocas en la selección, invertirás unos fondos curiosos en torturar a un cierto número de personas a las que la acción formativa les viene grande, a las que obligas a la malsana costumbre de levantarse a las siete, y a las que pides que pongan vocación, imaginación, fantasía y hasta amor en donde ellos sólo ven unos sucios trozos de carne o pescado sanguinolentos, unas verduras que cuesta un horror limpiar y unos procesos productivos que te hacen sudar, te cortan los dedos, te queman y te hacen polvo los pies.

En las actuales circunstancias, además, hay numerosas personas que buscan la formación no como la forma de aprender a pescar, sino sólo como un medio para conseguir peces. Dadas las ayudas existentes, los cursos son un refugio hasta la llegada de épocas mejores. Me parece humano y compresible este intento, pero las ayudas deben ser para quienes estén dispuestos a poner de su parte lo necesario para que los recursos se conviertan en inversión productiva y no en despilfarro negligente. Y cuando hay veinte candidatos por plaza, de verdad que se te quita el sueño durante los días que dura el proceso de selección. No por la responsabilidad económica, sino porque con tus decisiones estás influyendo – para bien o para mal – en el futuro de un buen número de personas.

Como creo que no hace falta extenderse en más consideraciones que sólo conseguirían aburrir al lector, quiero a pasar a otro tema que es precisamente en estos momentos de cierta actualidad. Aunque no en España, sino en el resto del mundo. Y ello a pesar de que se trata de un asunto que nos afecta muy directamente: el de la Dieta Mediterránea. Hace algunos meses dije que en inglés se buscaba el término “mediterranean diet” unas trescientas veces diarias por diez veces menos el genuino término en español. Pues desde entonces ha llovido mucho. El mes de noviembre hubo unas 110.000 búsquedas del primero por 36.000 del segundo, paradójicamente como consecuencia de la divulgación en el mes de julio de un estudio encargado por la Dieta Atkins,  del que se concluía que los mejores modelos eran éste y el nuestro . Un considerable avance. Algunos se preguntarán por qué me preocupo por estas cosas tan raras. Y es que tengo dos blogs en los dos mencionados idiomas sobre el tema. Pues hace unos días observé que, durante la noche, se me habían disparado las entradas en el inglés, multiplicándose por cinco. La causa era que numerosos periódicos americanos se hacían eco de la publicación en “Annals of Internal Medicine” de los resultados preliminares de un macro estudio que se está realizando en España (luego supe que se referían a Prevención con Dieta Mediterránea o PREDIMED), pero arrimando el ascua a su sardina, o mejor dicho a la sardina de la canola. Muchos de ellos venían a decir que una Dieta Mediterránea con nueces es mejor que una Dieta Mediterránea con aceite de oliva. ¿Cómo podía ser que hubiera una Dieta Mediterránea sin aceite de oliva, y que siguiera llamándose así? La verdad es que todo me parecía posible después de leer, en uno de los últimos suplementos dominicales, que la Dieta Mediterránea que España propone a la UNESCO – junto con Marruecos, Italia y Grecia – como Patrimonio Intangible de la Humanidad, no lleva ni vino ni jamón serrano. Pero ni siquiera del ibérico de bellota. Ni tampoco lomo, ni salmorejo, ni migas, ni chorizo, ni cocido, ni nada de nada que proceda del cerdo. Todo ello por causa de la religión, claro que no de la nuestra. Busqué inmediatamente el texto de la propuesta oficial y comprobé que, aunque el cerdo se enmascara en la expresión “moderado consumo de carnes”, se ignora radicalmente al vino. ¿Será por eso que Francia no nos acompaña en la propuesta?

Maite Zapatero, coordinadora de Animación Turística y Azafatas/Auxiliar de Congresos (derecha), junto a Marisol Lidueña, excelente profesora de inglés. La indumentaria se correspondía con la actividad de ese día. Maite es una persona extremadamente vital, creativa y sensible. Se esforzó mucho en la elaboración de un primer certificado de Animador que la "marea" dejaría sin publicar.

Maite Zapatero, coordinadora de Animación Turística y Azafatas/Auxiliar de Congresos (derecha), junto a Marisol Lidueña, excelente profesora de inglés. La indumentaria se correspondía con la actividad de ese día. Maite es una persona extremadamente vital, creativa y sensible. Se esforzó mucho en la elaboración de un primer certificado de Animador que la «marea» dejaría sin publicar.

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El nefasto sistema de formación para el empleo (2)

Marbella avatarPublicado el 10 junio, 2016 por Antonio Flores Sentí10 junio, 2016  
CUARTO SEMINARIO HISPANO-BRITÁNICO DE EMPLEO, CELEBRADO EN BIRMINGHAM LOS DÍAS 15 Y 16 DE ENERO DE 2001 Firma del Convenio bilateral entre España y UK. La mitad de la formación se realizó en nuestro Centro y la otra mitad en el Westminster College. Nadie ha hecho nada similar en España jamás. Los alumnos obtuvieron el NVQ Level 4 Catering and Hospitality, el máximo título que se puede obtener en el Reino Unido en Dirección de Hoteles y Restauración, y el título de Jefe de Cocina del Ministerio de Trabajo. En la foto, alumnos españoles y británicos junto con nuestro Ministro Juan Carlos Aparicio y con el conocido político Lord David Blunkett, en aquella época Secretary of State for Work and Pensions.

CUARTO SEMINARIO HISPANO-BRITÁNICO DE EMPLEO, CELEBRADO EN BIRMINGHAM LOS DÍAS 15 Y 16 DE ENERO DE 2001 Firma del Convenio bilateral entre España y UK. La mitad de la formación se realizó en nuestro Centro y la otra mitad en el Westminster College. Nadie ha hecho nada similar en España jamás. Los alumnos obtuvieron el NVQ Level 4 Catering and Hospitality, el máximo título que se puede obtener en el Reino Unido en Dirección de Hoteles y Restauración, y el título de Jefe de Cocina del Ministerio de Trabajo. En la foto, alumnos españoles y británicos junto con nuestro Ministro Juan Carlos Aparicio y con el conocido político Lord David Blunkett, en aquella época Secretary of State for Work and Pensions.

Durante 1992 el Centro Nacional de Marbella, dependiente del Ministerio de trabajo, dirigió y finalizó el Primer Estudio Sectorial de ámbito Nacional, en colaboración con el Ministerio de Educación y Ciencia, Secretaría General de Turismo, Universidades de Málaga y Las Palmas, interlocutores sociales del sector y FUNDESCO. Más de cincuenta personas intervinieron en su elaboración, durante un año, y se utilizaron experiencias previas de la Organización Internacional de Trabajo, en lo que se refería a metodología de catálogo de tareas, así como CINTERFOR, en encuestas en los puestos de trabajo, CEDEFOP, en tendencias sobre necesidades de formación y sobre todo, del PPO, en análisis de puestos de trabajo. Realizamos un trabajo bastante exhaustivo, publicado en tres tomos, y establecimos las bases para el desarrollo de la primera serie de Certificados de Profesionalidad. En principio sólo sacamos seis ocupaciones, que eran las que considerábamos más demandadas por el Observatorio Ocupacional del INEM.

certificados-1996

Estos certificados se basaban en los siguientes principios:

  1. Requerían experiencia anterior para presentarse a las pruebas de selección.
  2. Requerían de instalaciones de calidad para aquellas empresas que quisieran optar a impartir cursos.
  3. Establecían requisitos de profesorado basados en años de experiencia profesional en establecimientos de alta calidad, en ausencia de titulaciones (un gran número de los mejores profesionales de España carecían de ellas).
  4. Eran de carácter presencial

Pensábamos posteriormente sacar otros, entre los que estaban el de Sumiller y el de Animador Turístico. Habíamos comenzado a dar cursos de estas especialidades a fin de acumular experiencia para hacer unos certificados de calidad.

Decidimos no abordar niveles superiores hasta estar muy convencidos de que no íbamos a provocar una inflación de acciones formativas. De hecho hicimos cursos experimentales de Maîtres (EUROQUALIFICATION) que luego hicieron prácticas en diversos países de Europa, y de Jefes de Cocina, éste último en colaboración con el sistema británico de cualificaciones NVQ Catering and Hospitality Courses. Los alumnos de ese curso concreto obtuvieron el Diploma del Centro y el NVQ4, la más alta cualificación británica de cocina. No obstante y aunque estas experiencias fueron todo un éxito, la dificultosa, imprescindible y rigurosa selección de alumnos con competencias adecuadas (llegados de todos los puntos de la geografía española) nos convencieron de la imposibilidad de estandarizar el proceso. Fue la calidad de los alumnos, su experiencia profesional previa, sus indiscutibles talentos (junto con las competencias y profesionalidad de los profesores) lo que aseguró el éxito de estos proyectos experimentales.

Pero no se podían generalizar.

Pero entonces llegó el cambio. Para no cansar al lector, diremos que en nuestro sector – y no sin atravesar una traumática travesía del desierto – estos seis certificados se convirtieron en veinticuatro. Claro que, al final, ya sin nosotros. Nos habíamos apartado de algo en lo que no creíamos.

No voy a entrar en detalles más particulares, pero algunos de los que se habían dejado la piel – y puede que los escrúpulos – para sacar, contra viento y marea, ese impuesto cambio, no recibieron precisamente reconocimiento por su labor. Su fidelidad fue “recompensada” con una deshonrosa, cruel y creo que inmerecida destitución.

Yo no estuve nunca de acuerdo con lo que se habían comprometido a llevar a cabo, pero siempre reconoceré su ímprobo y agotador esfuerzo para lograrlo.

Seguiremos.

Si no ve bien el pdf, puede descargarlo aquí

Fallos en el diseño de la formación profesional.

Resulta poco comprensible que existan paradojas como la de que no se encuentren determinados profesionales de base , como podrían ser ayudantes de cocina, mientras que – paralelamente y en ese mismo momento – se contabilicen decenas de miles de esos ayudantes en las listas de desempleados, muchos de los cuales han sido beneficiarios de una o más acciones formativas que les tendrían que habilitar para desempeñar ese puesto. ¿Qué es lo que ocurre, pues, para que no se ponga de acuerdo la oferta con la demanda?

Las razones son diversas, aunque he de advertir al lector que la argumentación no contempla la sobrevenida situación de crisis y de desempleo, por lo que el problema estructural al que aludo se enmascara ahora con numerosos casos que no responden a esta casuística. Cuando la enorme cantidad de personas que se ha visto – de la noche a la mañana – golpeada por la tragedia del paro consiga de nuevo un puesto de trabajo, emergerá otra vez con claridad ese problema. Creo que en estos momentos la mayor urgencia es prestar atención a las gravísimas circunstancias de estos desempleados “de atención preferente” y de disposición inmediata. Hay que tratar de que se inserten de nuevo en el mercado laboral, así como darles toda la formación que precisen para ello. Y darles prioridad sobre ese otro colectivo que describiremos a continuación y que puede constituir una interferencia a este objetivo.

La primera causa, pues, de la paradoja antes aludida es de índole geográfica. El ayudante de cocina demandante puede encontrase en un pueblo del interior, del que no quiere moverse, y la oferta ha de cubrirse en Mallorca.

La segunda está relacionada con la actitud hacia el puesto vacante. No hay problema de distancia pero sí conflicto de intereses. El demandante no quiere turnos partidos, trabajar en sábados, domingos ni fiestas de guardar.

La tercera es la actitud hacía el esfuerzo. Trabajar ”cuesta trabajo” . Y la disciplina y el sacrificio no han sido una de las prioridades en la enseñanza general. ¿Para qué ponerse a picar cebolla si uno puede abrirse camino en “Gran Hermano” o relacionándose, por decir algo, con el cuñado/a del primo del nieto del toro que mató a Manolete?

Esta actitud es causa de que muchos de esos demandantes no se interesen por las ofertas, pero lo es también de que – en caso contrario -no pasen los procesos de selección.

No quiero decir con todo esto que el problema de las faltas de vocaciones esté causado por esos trabajadores. Creo que las empresas son las más responsables de ello, y la mayor parte de las veces de forma gratuita. Poner en marcha una serie de medidas para mejorar las condiciones de trabajo puede, no sólo no elevar los costes, sino reducirlos. Del inadecuado trato dado a numeroso personal adecuado y cualificado ya hemos hablado en artículos precedentes.

Resumiendo lo anterior, para que un trabajador de base sea “empleable”, lo primero que necesita es estar disponible y poseer una actitud favorable hacia el trabajo. Y en muchos casos es suficiente, ya que el propio empresario se encarga de enseñarle “el oficio”. Éste no quiere (o evidentemente no puede) contratar a alguien que venga (o que rechace venir) cargado de cursos pero con los problemas antes indicados. Eso, que es de lógica elemental , no parece evidente para los que siguen empeñados en dar formación a quienes no tienen intención de salir de una localidad para la que no hay ofertas de la especialidad, a quienes aborrecen trabajar mientas los demás se divierten y a los que, simplemente, siguen considerando el trabajo como un castigo divino.

El tema se complica cuando en los perfiles de los puestos de trabajo existen elementos de competencia que no pueden ser facilitados por la acción formativa. Por ejemplo, un recepcionista de hotel precisa dominar uno o varios idiomas extranjeros. ¿Cómo se consigue eso en un curso de seis meses?. Y no hablemos de que ese mismo recepcionista ha de poseer, además, unas habilidades sociales que se tardan años en adquirir, suponiendo que se tenga una actitud positiva para ello.
Pues bien, aún no hemos pasado de los trabajadores de base. Evidentemente podemos diseñar, y lo hemos hecho, cursos que técnicamente les habilitan para responder a las necesidades de las empresas (dado que en los criterios de selección de los alumnos hemos puesto especial énfasis en soslayar los problemas derivados de la movilidad geográfica, actitudes e idiomas). Y también es posible desarrollarlos. La prueba es que lo estamos haciendo. Pero yo diría que más que de la regla formamos parte de la excepción, de una minoría formada por un importante porcentaje de las escuelas estables y con tradición. Pero las acciones improvisadas, por su elevado número, nos convierten estadísticamente en esa minoría de la que antes hablábamos.

Pero si en los cursos básicos, las competencias transversales, la motivación y las circunstancias personales son más importantes que el propio curso en sí, ¿Qué ocurre con los de más nivel? Es precisamente en ellos dónde se evidencia, en un cierto número de países, un fallo de diseño que yo denomino de “extrapolación”. Consiste en aplicar a estos cursos superiores p.e. de mandos y directivos de agencia de viajes, la misma metodología que a los básicos. Porque no es que se pretenda seguir un itinerario formativo progresivo y piramidal, no. Es que el empeño es construir una acción formativa compacta que transforme a una persona, aunque con un determinado nivel de tipo general, en uno de esos directivos partiendo profesionalmente de cero. Si esa lógica funcionara a cualquier escala, podríamos plantearnos hacer cursos para formar cocineros de tres estrellas, “Ferras Adriás”, montones de Arzaks, Subijanas, y unas cuantas docenas de premios nobeles.

Para colmo de males, en muchos de esos diseños se reinventan – etiquetadas para cada especialidad en concreto – unas competencias de gestión que son de tipo transversal. Esto no sólo las hacen tremendamente enmarañadas sino que han de volver a ser cursadas, con otro nombre, si el alumno – como desgraciadamente sucede en muchos casos – no se inserta en el mercado de trabajo y quiere formarse de nuevo para “directivo” de otra cosa. Seguro que les contarán la película con otros actores, otro decorado y otro argumento. Yo me maravillo, ¿de dónde salen tantos profesores de gestión en materias específicas cuando te puedes dar con un canto en los dientes si encuentras uno medianamente bueno de gestión empresarial general, o lo que es lo mismo, de la única que existe?

Ramón Peyrolón, Coordinador General de Gastronomía, participa como jurado en un concurso de Sumilleres. Fue un pilar imprescindible en el proceso de los Certificados. Un "duro" de la calidad. Ya iremos honrando al resto de los protagonistas.

Ramón Peyrolón, Coordinador General de Gastronomía, participa como jurado en un concurso de Sumilleres. Fue un pilar imprescindible en el proceso de los Certificados. Un «duro» de la calidad. Ya iremos honrando al resto de los protagonistas.

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El nefasto sistema de formación para el empleo (1)

Marbella avatarPublicado el 9 junio, 2016 por Antonio Flores Sentí9 junio, 2016 2

Desde el comienzo de este siglo, la Formación Profesional Ocupacional y la Formación Continua, integradas en la Formación para el Empleo, han cambiado su orientación finalista. En lugar de regirse por las necesidades del mercado de trabajo, en lugar de atender las necesidades de los trabajadores – activos o en situación de desempleo – se han ajustado a dar satisfacción … Continue leyendo

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