El imperdonable abandono de La Cónsula
La Cónsula es un Centro estructuralmente viable. La Cónsula ha demostrado que durante largos años ha podido funcionar muy bien, aunque siempre ha tenido que superar dificultades externas, provocadas precisamente por el Gobierno de la Comunidad en la que está enclavada. Y durante los tres últimos años, la Cónsula ha sido la demostración viva de la incompetencia de ese mismo Gobierno, que la ha llevado al borde de su destrucción.
Hace unos días he oído que la Cónsula va a ser reflotada. Me congratulo, aunque no me gusta la forma en que se ha producido el comunicado. “La Junta busca “acelerar” los trámites …“ Como si la decisión se tomara en Bruselas o en el Tribunal Supremo. Como si no dependiera de esta institución y, sobre todo, de su capacidad de gestión.
Ojalá me equivoque, pero pienso que el problema de la Cónsula puede no haber hecho más que empezar. Y las razones son éstas:
1) Cuando se estudió la fórmula jurídica de éste y otros centros de formación de la Junta de Andalucía, uno de los aspectos que más preocupaba al entonces Director General de Formación, D. Juan María Ruiz Romero, era la agilidad financiera de la unidad y, sobre todo, la posibilidad de reutilizar los ingresos por clientes. En el estudio de viabilidad que se realizó, se contemplaba que la Escuela se financiara, aparte de a través de los presupuestos de la Junta, con las ventas. Desde el principio se determinó la total imposibilidad de autofinanciación y era lógico que así sucediera, dado que era una institución docente que requería de muchos otros medios que los necesarios para atender su labor de prácticas.
Este escenario económico se realizó sobre el supuesto de que la fórmula sería el de restaurante-escuela, cinco días a la semana y sólo almuerzos. El de 365/24, es decir el de hotel-escuela abierto todo el año, era una locura. Incluso se alertó de que debería rechazarse cualquier petición de eventos especiales por la tarde, muy previsibles por parte de la instancia política. Ignoro si se produjeron solicitudes de este tipo.
El Sr. Ruiz Romero sabía que si la Cónsula se mantenía dentro de la Administración Autonómica, los ingresos tendrían que depositarse en el erario público. Él había sido responsable económico-financiero de la Dirección Provincial del INEM en Málaga. Cuando ingresábamos algo por cualquier concepto, como por ejemplo por cesión de espacios, había que depositarlo en el Banco de España, sin posibilidad de ser utilizado.
2) El segundo problema que se pretendía abordar era la adecuada selección de la dirección del Centro y de la de los profesores, que debían ser personas de altísimas competencias en sus respectivas áreas y con contratos de alta dirección, es decir casi como fichajes de futbolistas. Se pretendía mantenerse alejado de los sistemas públicos de provisión de puestos de trabajo, muy justos pero a veces terriblemente ineficaces. Antes de que alguien se me adelante, he de confesar que yo, personalmente, obtuve “en propiedad” la plaza de Director del Centro de Marbella por concurso de méritos, algo que exigí frente a la fórmula de “nombramiento en comisión de servicio”, que no pensaba aceptar. Fue una apuesta arriesgada para mí, pero aportaba al proceso, aparte de una dilatada experiencia estrechamente relacionada con el puesto, suficientes títulos y antigüedad como para, en buena lógica, no tener competencia. No sé si alguien con menos puntuación lo hubiera hecho mejor. Y nunca lo sabré. Pero podría haberme adelantado algún candidato que hubiera acumulado más títulos, cursos de formación. experiencia (aunque fuera en la Administración de Justicia), “edad, saber y gobierno”. Quiero aclarar con respecto a este punto que el Sr. Ruiz Romero tenía la firme decisión de huir también, además de este sistema, de los nombramientos por “recomendación de amigos o correligionarios”. Iban a ser, pues, designaciones “a dedo” pero meticulosamente hechas por razones de mérito y tras un proceso de selección.
También estaba la necesidad de la contratación de expertos especiales durante cortos espacios de tiempo, para la impartición de módulos o cursos cortos de alto nivel. En la Escuela de Isla Antilla este tipo de acciones era frecuente.
3) El tercer motivo era disponer de un sistema de retribuciones que permitiera pagar adecuadamente tanto a la dirección del Centro como a los profesores de las distintas áreas, ofreciéndole remuneraciones acordes a su nivel profesional.
4) El cuarto motivo era que los programas formativos tenían que alejarse de los de los sistemas públicos. La Cónsula pretendía desarrollar “títulos propios” elaborados buscando la excelencia y sin las limitaciones y corsés que ya entonces se imponían, pero, sobre todo, los que se adivinaban por venir.
5) El quinto motivo era la selección de alumnos. Se pretendían escoger los más capacitados en función de los cursos que pretendieran realizar, sin verse obligados a introducir variables que, aunque muy respetables, distorsionaran la consecución del objetivo de obtener los candidatos más capaces. Lógicamente y en ese sistema, no tenían tampoco cabida las clásicas “recomendaciones”.
6) Y finalmente, el último motivo era eliminar el riego de posibles interventores o fiscalizadores poco acostumbrados a compras de productos selectos como foie, caviar, cigalas o langostas, angulas, jamón ibérico de bellota, vinos especiales, etc. El Sr. Ruiz Romero ejerció esta labor en la Dirección Provincial de INEM en Málaga y posiblemente tuvo que acostumbrarse a ver este tipo de facturas con cierta frecuencia. Y, sobre todo, acostumbrar a su equipo.
No imagino a nadie de la Junta con la capacidad, la imaginación, la motivación y el tesón necesarios para superar este conjunto de obstáculos. Este es un proyecto muy difícil y haría falta, para gestionarlo, alguien a la altura de las circunstancias. Alguien a plena dedicación y que trabajase como si le fuera la vida en ello.
Los años dorados de La Cónsula comenzaron con la llegada de D. Rafael de la Fuente como Director y de Dª Cristina Guerrero, como Directora Pedagógica. Hubo dos directores anteriores, de corta duración. Los motivos de ello los desconozco, aunque los intuyo. Pero con el tándem formado por ambos responsables anteriormente citados, La Cónsula tuvo sus mayores años de gloria. Evidentemente, apoyados en un excelente equipo de profesores, técnicos y personal administrativo.
La pena fue que cuando se jubiló el Sr. De la Fuente, el Centro no sólo lo perdió a él sino también a la Sra. Guerrero. Ella tendría que haber sido la sucesora lógica en la dirección general, como persona más experimentada, pero ocupó la plaza D. Francisco Oliva, que había sido Diputado, Eurodiputado y Consejero de Trabajo (precisamente hay que atribuirle el mérito de haber gestado el proyecto durante su mandato). Inexplicablemente, se produjo el simultáneo e imprevisto cese de la Directora Pedagógica.
Aunque sé que los proyectos van indefectiblemente unidos a las personas, no me gustaría ver a la Cónsula convertida en un centro gris, cutre, anodino y alejado de lo que fue y de lo que podría volver a ser.
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